LA NOCHE EN QUE LA VINOTINTO DOMÓ A BRASIL

Por Richard Méndez

Hay recuerdos que permanecen frescos en la retina por siempre y este es uno de ellos. Fue una noche hermosa en suelo brasilero cuando la Vinotinto se despojó del traje de “cenicienta” con el que maliciosamente llamaban a nuestra Selección que por una vez le metió un paseo a la verdeamarilla en su propia casa. Recuerdo desde la cabina en la que estuve relatando el partido como el equipo que vestía de Vinotinto era el que tocaba a placer cautivando el exquisito gusto por el fútbol espectáculo con el que nacen los brasileños pero esta vez los dejaba atónitos por lo que sucedía, llegaban al punto de simpatizar con el rival que les pintaba la cara a los suyos.

Fue la victoria más soberbia que jamás vi de la Selección de Venezuela, incluso más apabullante que el “Centenariazo” aunque ciertamente se libró con el mismo marcador de 0-3. Los venezolanos acostumbrados a tantas desgracias en cada visita a Brasil nos costaba mucho entender lo que estaba sucediendo, y con el paso de los minutos y tras cada regate fuimos poco a poco comprendiendo que estábamos ante el momento de una historia que se quebraba dando paso una página que se escribió con goles.

Hasta antes de aquella noche no solo era inimaginable que Venezuela le ganara con tal soberbia y espectáculo a la “canarinha” con la magia que pudimos ver en cada duelo individual en la mitad de la cancha donde en algunas ocasiones el futbolista venezolanos soltaba su descaro para tirar túneles al volante brasileño.  Recordar los detalles de aquel partido aún me sigue erizando la piel.

El acoso y el dominio fue tal que la ofensiva venezolana generó más de quince situaciones claras de gol en cada tiempo y daba gusto ver a la Selección de Brasil retrocediendo con dos líneas de cuatro muy juntas tratando que Venezuela no siguiera llegando tan fácilmente. La figura de la noche para los anfitriones fue su arquero que de no haber estado tan espectacular la goleada hubiera podido ser de escándalo.

Al volver a Venezuela no cabía un alma en Maiquetía porque desde Caracas, Los Teques, Guatire, La Guaira, Maracay y otras ciudades seguía llegando gente desde la noche anterior esperando recibir a los Vinotinto que llegaban tras alcanzar el triunfo de mayor repercusión de nuestro fútbol. Fue tan importante para el pueblo que los politiqueros no podían dejar pasar la oportunidad y hasta hubo una propuesta en el congreso para convertir esa fecha en día feriado y ponerlo a la par de el “Día de la Independencia”.

Recuerdo aún la gente celebrando en las calles y bailando con el pecho hinchado de orgullo por la hazaña del fútbol nacional. Al día siguiente casi no se veían negocios abiertos porque millones no fueron a trabajar y tampoco hubo chicos en la escuela, la gente seguía en las calles con el júbilo del gentilicio. Aquella fue la noche en que los venezolanos nos sentimos los más grandes y poderosos del fútbol en todo el continente y es que la Vinotinto ganó por tres goles y domó a Brasil. 

Ya en casa y tras un largo viaje en el que los venezolanos pasamos la noche cantando en el avión de regreso a Caracas me abracé fuerte con mi familia, besé a mis hijos y en el extremo cansancio fui a mi cama y puse la cabeza sobre la almohada solo unos minutos antes de escuchar el antipático sonido del despertador. Era hora de levantarse para ir a trabajar nuevamente, lo doloroso fue darme cuenta que todo había sido un sueño que aún seguimos teniendo los casi cuarenta millones de venezolanos.

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