Análisis Diablo 4: Un tétrico, sangriento y adictivo viaje por Santuario (PC, PS5, Xbox Series X/S, Xbox One, PS4)

El 1 de noviembre del 2019 es una fecha que pocos podrán olvidar ya que fue el día elegido por Blizzard para anunciar el regreso de la saga Diablo con Diablo 4, un título que tres años y medio después va a llegar por fin a nuestros ordenadores y consolas permitiéndonos regresar a ese temido, tétrico y brutal mundo de Santuario desgarrado por el conflicto eterno entre ángeles y demonios, entre el… ¿bien? Y el mal.

En Vandal hemos tenido la oportunidad de jugar a un acceso anticipado de Diablo 4 con todo el contenido del juego al completo antes de su lanzamiento para traeros este análisis que ya os adelantamos que es en progreso, en el que nos centraremos en la jugabilidad, la evolución de la trama sin ningún tipo de spoiler (simplemente lo que nos ha parecido la historia) y en su campaña inicial.

Vuelve la oscuridad, la violencia y la madurez que nunca debió abandonar la saga

Vamos a comenzar hablando de la historia sin entrar en spoilers a excepción de la trama básica del juego que aparece en el tutorial y el primero de sus actos que muchos de vosotros ya habréis podido probar en las distintas betas que ha tenido Diablo 4.

Como sabéis, todo gira en esta ocasión en torno al retorno de Lilith y a los planes que tiene para con Santuario, viéndonos implicados en esta historia tras un cúmulo de desgracias que nos hace estar en el pueblo equivocado en el momento equivocado, comenzando una aventura en la que deberemos intentar dar caza a la demonio y sus aliados para frustrar sus planes.

Como decimos no vamos a hablaros de ningún detalle de la historia más allá de esta premisa básica, pero lo que si vamos a contaros lo que nos ha parecido. Desde luego se trata de una trama bastante más madura que en entregas anteriores, con una carga narrativa mucho más presente durante todo el contenido, con ciertos giros de guión, algunas sorpresas y algunos momentos interesantes. Tampoco esperéis una obra maestra a nivel de narrativa pero sí de una historia bastante disfrutable que además llega acompañada de un toque oscuro y maduro que jamás debió abandonar la saga, con momentos violentos o crueles que reflejan la crudeza de Santuario y de todos sus habitantes.

Mucha diversión en una campaña divertida pero con una estructura un tanto básica

En cuanto a la estructura de la campaña como tal y de sus misiones, nos lo hemos pasado bien disfrutándola, aunque se nota en ciertos momentos que intenta estirarse un poco para aumentar su duración, algo que no es que le haga falta porque Diablo 4 está cargado de contenido secundario que nos va a hacer perdernos una y otra vez por Santuario ya sea con todo tipo de eventos aleatorios que nos permiten desde rescatar a inocentes de apuros hasta matar ciertos jefes de mundo. Además también podemos explorar un montón mazmorras secundarias o pequeños sótanos para “limpiarlos” y ver si cae algún objeto interesante que mejore a nuestro personaje.

En general estamos satisfechos con la campaña de Diablo 4 acompañada de ciertas misiones interesantes, aunque lo que no nos ha convencido tanto es la estructura de la misma. En muchas ocasiones los diversos actos de la campaña consisten en ir a un punto, hablar con un aliado y ver cómo este acto se divide en dos misiones principales que debemos completar (en el orden que queramos) para conducirnos a la parte final del mismo. Esto también ocurre a la hora de completar objetivos en los que en varias ocasiones tenemos que volver sobre nuestros pasos para buscar, por ejemplo, un par de gemas para abrir cierta puerta o un par de componentes para completar un hechizo. En este sentido Blizzard flojea y podría haber optado por una estructura un poco más compleja o moderna. No es un fallo grave, pero quizás podrían haber dado un poco más de mimo a este punto.

Cinco clases para todos los gustos con muchas opciones de personalización visual… y jugable

¿Y cómo vamos a hacer frente a la campaña? Pues evidentemente con el personaje (o los personajes) que creemos antes de iniciar la aventura, un personaje que, de entrada, podemos personalizar al gusto con un editor visual inédito hasta ahora en la saga Diablo, permitiéndonos escoger un montón de rasgos de su cara, cuerpo, color de pelo, complexión, tatuajes…

Esta personalización visual viene acompañada de un montón de aspectos para las armas o la armadura que porta nuestro personaje, aunque lo verdaderamente interesante está en lo jugable, en las cinco clases que tenemos disponibles y todas las posibilidades que nos dan cada una de ellas.

Lo más destacado de todas las clases de Diablo 4 que hemos podido probar en las betas es su polivalencia, todas las posibilidades que podemos elegir en su árbol de habilidades que cuenta con un equilibrio perfecto entre complejidad y opciones de personalización para construir la clase tal y como queramos. Por ejemplo, en el caso del nigromante podemos optar por ir acompañados de un ejército de esqueletos de varios tipos, de un gólem gigante o absorber sus poderes directamente e ir en solitario siendo mucho más poderosos. Además a esto hay que sumar distintos tipos de poderes que podemos utilizar, pudiendo ser un nigromante de sangre, de hueso, de oscuridad… con cada uno de los tipos teniendo sus pros, sus contras y su forma de jugar.

Esto es igual para el resto de las clases que tenemos disponibles ya que escoger al poderoso bárbaro, al cambiaformas del druida, al escurridizo pícaro o al hechicero que usa la magia elemental en su beneficio solo es el inicio de un camino que nos permitirá desarrollar cada una de las clases a nuestro modo, dándoles un toque especial y aprovechándolas de múltiples formas tal y como queramos, algo que además podemos ampliar con el denominado Panel de Leyenda que está disponible a partir del nivel 50, una suerte de segundo árbol de progresión que nos permite activar todo tipo de glifos cada vez que subimos de nivel para seguir mejorando y personalizando nuestro personaje casi hasta el infinito.

En nuestro primer paso por la campaña al completo de Diablo 4 nosotros nos hemos decantado por usar el nigromante, esa clase que usa el poder de los muertos, la sangre, los huesos y las enfermedades o auras de la magia más oscura para combatir a sus enemigos con un montón de maldiciones, poderes y, por supuesto, aliados invocados y controlados por nuestro personaje.

Nuestro nigromante nos ha parecido que sigue siendo demasiado poderoso en esta versión final, aunque un poco menos que en las diversas betas. En líneas generales es una clase divertida en la que combinaremos el poder de los siervos que queramos invocar con un montón de maldiciones, lanzas de hueso o de sangre y todo tipo de poderes para liquidar a todas las fuerzas demoniacas. No creemos que se trate de la clase que más daño por segundo haga ni mucho menos, pero todos sus poderes y siervos hacen que sea una de las más efectivas en el combate, siendo muy difícil morir a poco que estemos atentos a los poderes de nuestros enemigos esquivando golpes, cargas, magias u orbes mientras nuestras maldiciones o lacayos hacen su trabajo.

Una jugabilidad clásica… con mayor movilidad y jefes más complejos

A nivel de jugabilidad la base es la clásica de Diablo con una interfaz más refinada y libre que nos permite, por ejemplo, asignar las habilidades con total libertad a todos los botones que tenemos disponibles para usarlas de forma rápida.

También tenemos el combate típico de Diablo, con esas hordas de enemigos que vienen a por nosotros, rayos que esquivar, orbes de congelación, poderes eléctricos y todo tipo de salvedades a las que debemos estar atentos mientras damos estopa a los enemigos. El combate sigue siendo muy satisfactorio y tan divertido como siempre.

Pero además ahora hay dos cosas que agitan un poco la coctelera. La más importante es el botón de esquiva, que nos permite apartarnos de las cargas de los enemigos, evadir golpes fuertes o incluso lo podemos utilizar de forma ofensiva, saltando hacia adelante para acercarnos a un grupo de enemigos, algo particularmente útil para clases como el bárbaro.

Otro punto que creemos que cambia es el de la complejidad de los jefes. Parece que Blizzard ha cogido ideas que ya tiene en otros títulos o en World of Warcraft para darles una capa extra de complejidad que no había hasta ahora en Diablo, teniendo que estar más atento a todo tipo de mecánicas, golpes y a las diferentes fases del combate antes de derrotarlos. A poco que seáis habituales de MMO o de juegos de rol vais a captar rápido todas las mecánicas de los jefes en los primeros niveles de dificultad, aunque ya sabéis que el rizo comienza a rizarse aún más cuando vamos a por una segunda o por una tercera vuelta por Santuario.

Una guerra eterna

Hasta ahora hemos repasado un poco las ambientación, la estructura de la campaña o las clases y su personalización y con esto en la mano creemos que ya es hora de hablar algo de la duración y del contenido secundario que nos ofrece Diablo 4 que nos sumerge de lleno en una guerra eterna entre ángeles y demonios…

Y es una guerra eterna porque os aseguramos que os vais a parar cada poco a hacer algo en el mundo de Santuario, ya sea porque encontréis algún evento aleatorio (todos ellos bastante disfrutones), una de las más de 150 mazmorras secundarias (sí, cambian bastante de aspecto a medida que avanzamos en el juego) que hay disponibles para explorar o pequeños sótanos o salas más pequeñas para limpiar rápidamente a cambio de algún objeto, a lo que hay que sumar algunas misiones secundarias bastante interesantes tanto argumental como jugablemente.

Todo esto hace que, aunque la campaña dura algo menos de 30 horas, la duración total de la misma se vaya mucho más allá y, de hecho, creemos que Diablo 4 se disfruta mucho más sin ir a saco, progresando poco a poco con nuestro personaje mientras nos entretenemos cada poco con alguna de estas actividades complementarias, disfrutando de todo lo que Santuario tiene que ofrecernos que es mucho, y todo esto sin contar todas las mecánicas de mejoras de objetos llenas de posibilidades o la parte de contenido end game, cuestiones de las que os hablaremos en cuanto actualicemos este análisis.

Un juego pulido y optimizado a nivel técnico con un sobrecogedor apartado artístico

Si hablamos de Diablo 4 a nivel técnico estamos ante un juego que en PC nos llega bastante bien pulido si hablamos de rendimiento y con pocos errores técnicos a menos probándolo en un entorno en el que no había demasiados jugadores conectados, uno de los motivos por lo que nos hemos decantado por un análisis en progreso y no en uno definitivo.

Durante más de 50 horas solo tuvimos un fallo en el que se congeló el juego y nos expulsó de la partida, mientras que si hablamos de rendimiento hemos probado el juego con varias gráficas. Con un procesador Intel Core i9-11900K y una gráfica NVIDIA GeForce RTX 4080 hemos podido jugar sin problemas a 4K y a más de los 144 fps de nuestro monitor con todo al máximo gracias a la tecnología DLSS 3.

También hemos probado Diablo 4 con otras gráficas. Con una NVIDIA GeForce GTX 1070 Ti a 1080p hemos podido jugar de forma holgada a más de 60 FPS (unos 80 en muchas ocasiones) con gráficos en medio. A la misma resolución también hemos podido jugar a más de 144 FPS con gráficos en alto con DLSS 3 junto a una RTX 4060 Ti y también hemos probado con la nueva AMD Radeon RX 7600 a más de 100 FPS con la tecnología AMD FSR, aunque esta se cobra algo más de coste a nivel de calidad visual.

Además, a este buen rendimiento en lo técnico tenemos que sumar un acabado artístico de primera tanto en el diseño de las iglesias, personajes, mosntruos o escenarios como en el audio, con una banda sonora tétrica, inquietante y muy disfrutable tal y como ocurre de forma histórica con la saga. El juego, por cierto, llega completamente traducido al caastellano tanto en texto como en voces, aunque en este último apartado algunas de ellas flojeaban un poco a nivel de calidad, algo que puede deberse a no ser la versión “final” (siempre hay ahora un parche de lanzamiento) y que aún falten ciertas líneas de diálogo por ecualizar y acabar de tratar.

Diablo 4… hasta ahora

Como estamos ante un análisis en progreso tampoco vamos a traeros unas conclusiones al uso, pero sí vamos a hablaros de lo que nos ha parecido Diablo 4 hasta ahora, completando su campaña y parte de todo el contenido secundario que nos ofrece.

Desde luego, Diablo 4 es un gran retorno de la saga a las andadas, un juego que va a satisfacer a muchos jugadores, que recupera ese aire tétrico de, sobre todo, el primer Diablo (y también en parte de Diablo 2), algo que le sienta como un guante, y que llega acompañado de una campaña que, a nivel de trama, es madura, sangrienta y tan cruda como Santuario, aunque a nivel de estructura de sus misiones se queda un tanto anticuada.

A nivel jugable las posibilidades son increíbles gracias a la polivalencia de todas las clases y de un árbol de habilidades que está muy bien equilibrado entre accesibilidad, complejidad y posibilidades para que ningún personaje sea igual aunque compartan clases.

Por ahora estamos muy satisfechos con Diablo 4, pero aún nos falta mucho por probar de su end game (ya que la campaña solo es el principio). También queremos jugar en profundidad con más clases y, por supuesto, comprobar que todo funciona bien cuando los servidores se pongan en marcha con el acceso anticipado el 2 de junio, y también cuando lo hagan el día 6 cuando todo el mundo pueda acceder, por fin, a esta nueva aventura en Santuario.

Foto: Vandal

Fuente: www.vandal.elespanol.com

Dejar un comentario

Debes iniciar sesión para publicar un comentario.